Adriana y su madre abandonan el pueblo de Brumal cuando ella es todavía una niña. A partir de entonces su nueva vida en la ciudad transcurre sin ningún cambio hasta que la madre fallece. Con la ausencia de su progenitora, Adriana continúa su vida dentro del ambiente normal de la clase media, aunque siempre marcada por los recuerdos, cada vez más intensos, del pueblo que abandonó cuando era pequeña. El peso del pasado y la nostalgia por la infancia perdida hará que regrese a Brumal.