Ciudad K es una ciudad imaginaria donde el nivel cultural de sus ciudadanos es enormemente alto. Estúpidamente alto. Tanto, que los camareros tienen Premios Nobel, y las prostitutas, varios ensayos publicados. En Ciudad K nadie cree en Dios, pero hay una iglesia y un cura que hace lo que puede. En Ciudad K, el psicoanalista es el menos freudiano de su convecinos, y el culebrón más visto se titula Amor Cuántico y se desarrolla en el acelerador de partículas del CERN. Por lo demás, la vida es más o menos como en cualquier capital de provincias.